Una nuve de serenidad y paz llena mi cuerpo cuando nos elevamos lentamente, mientras tu rostro se relaja y tu mejilla toca mi espalda para que tus oídos logren escuchar mi voz si necesidad de mi boca, la distorsión de tus brazos es demasiada y lo único que logro es encerrarme en ellos, desde la primera vez que nos vimos.
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